viernes, 2 de noviembre de 2012

Reflexiones sobre Defensa Personal III


En este número pretendo animar a los lectores de nuestro Boletín a reflexionar sobre este punto: ¿cómo entrenamos para situaciones de defensa personal?

Una vez que he establecido que nuestros objetivos son alcanzar competencia en una serie de habilidades motrices específicas, el dominio de situaciones tácticas y lograr el adecuado control emocional que facilite su empleo de modo que nos permitan, con el mayor grado de certidumbre posible, solventar una situación de autodefensa, ahora se hace preciso definir nuestro programa de entrenamiento, articulado o dispuesto en sesiones, en los que desarrollamos los contenidos para lograr los objetivos señalados. Con estos contenidos damos respuesta al ¿qué entreno? Toca en este momento analizar el método o métodos de entrenamiento, el camino que seguimos, para llegar al resultado o fin que nos hemos propuesto.

El método es el modo ordenado y sistemático de proceder para organizar las sesiones de entrenamiento en función de los objetivos que perseguimos y que nos sirve para orientar los contenidos de estas sesiones disponiéndolas en planes o programas a corto, medio o largo plazo. Con los métodos se garantiza una organización, planificación, dosificación de la carga, un control de la misma y la evaluación de los resultados.
Aunque existen distintos métodos, todos ellos pueden describirse y analizarse en sus componentes principales a partir de tres elementos: el enfoque, el diseño y los procedimientos.
El enfoque debe explicar, justificar y demostrar la validez de los ejercicios realizados en los entrenamientos para ser aplicados en el campo de la defensa personal. El enfoque deber ser sistemático y, en consecuencia, netamente experimental, práctico y utilitario a nuestro fin.
El diseño de la metodología a emplear debe ser contextualizada a las características del grupo de personas a las que se dirige, teniendo en cuenta sus singularidades (sexo, edad, antecedentes…) para planificar los aspectos cuantitativos y cualitativos del entrenamiento. Los factores determinantes para la mejora de nuestro rendimiento son: el volumen, la frecuencia o periodicidad, la duración, la densidad y la intensidad de los adiestramientos, atendiendo a los principios generales del entrenamiento deportivo, en cuanto a continuidad, progresividad, multilateralidad…
En relación a los procedimientos, la naturaleza de nuestra materia no deja lugar a dudas, debe ser eminentemente activa y práctica. Leer un libro nos puede aportar conocimiento no pericia y pericia es lo que necesitamos.
Aunque un entrenamiento puede inclinarse hacia alguno de estos tipos de ejercicios, la mejora del rendimiento sólo se producirá por la combinación adecuada de ambos tipos en el entrenamiento. Sobre la base de los ejercicios generales, superada la fase de iniciación, la mayor carga del trabajo debe recaer sobre la práctica de ejercicios específicos de autodefensa que se orienten a fijar un hábito motor. Recordemos que todo aprendizaje motriz comporta un proceso de enseñanza y aprendizaje por repeticiones que convierte nuestros movimientos en los gestos técnicos que van a determinar el rendimiento corporal. Cuanto más exacto sea el gesto mejor definición de la técnica tendremos y cuanto más lo repitamos más afianzado queda en la memoria neuromotriz, más automatizado.


La defensa personal es una realidad compleja y una buena planificación de los entrenamientos requiere de la base de unos conocimientos teóricos y prácticos, pero para poder realizar una buena intervención debe y sustentarse sobre una intensa práctica que se ocupe de los hechos que realmente acontecen y tenga en cuenta las condiciones contextuales en las que producen comúnmente las situaciones de enfrentamiento cuerpo a cuerpo, para observarse la realidad, conocer y experimentar qué es lo que puede hacerse en una situación determinada y arquetípica, pero a la vez dinámica, cambiante y, sobre todo, no sujeta a reglamentos, la calle dicta sus propias a normas. A su vez, nuestro método debe ser auto correctivo y estar abierto a la incorporación de nuevos conocimientos y procedimientos ocupándose de desarrollar unas capacidades, destrezas y actitudes que nos permitan la intervención eficaz en situaciones de peligro